En la mayoría de los casos, las personas consideramos que los eventos de la vida cotidiana no suceden por casualidad o por azar. Por el contrario, es común que se busquen las causas de los sucesos que se presentan a nuestro alrededor relacionando los diferentes factores que percibimos involucrados en ellos. En torno a esto, el psicólogo social Lee Ross describió a los individuos como ‘psicólogos intuitivos‘ que buscan explicar el comportamiento y trazar inferencias sobre los actores y sus entornos sociales (Ross, 1977). Es en este marco que surge la tendencia a explicar una conducta únicamente por factores internos de quien la ejecuta, ignorando la influencia de variables ambientales. A este sesgo cognitivo tan común se le conoce como error fundamental de la atribución. ¿Qué es el error fundamental de atribución?
Ross definió el error fundamental de atribución como la tendencia de las personas a subestimar el impacto de factores situacionales y a sobreestimar el rol de factores disposicionales en el control de la conducta (Ross, Anderson, 1982).
Imaginemos que vamos manejando tranquilamente por la calle, cuando de repente, notamos que un coche comienza a rebasar a todos rápidamente y de manera descuidada, para luego adelantarnos a nosotros también a toda prisa. Por lo general, la primera reacción de la mayoría de los observadores, es pensar que quien conducía ese vehículo es una persona desconsiderada a la que no le importa poner en riesgo la integridad del resto manejando de forma negligente. Realmente, muy pocos considerarían que tal vez dicho sujeto esté enfrentando una emergencia real; como el tener que acudir al hospital o tener que ayudar a un familiar en apuros. En este ejemplo, podemos ver como los juicios sobre el carácter de una persona desconocida se anteponen al análisis de las posibles variables ambientales que los pueden estar afectando.
Comúnmente, en el error fundamental de la atribución son los espectadores externos quienes interpretan una conducta a partir de inferencias personales sobre el actor; ignorando al mismo tiempo explicaciones situacionales al construir el sentido de la acción (Ross, Anderson, 1982). No obstante, este fenómeno también puede alterar la percepción de la propia conducta (Han, LaMarra, Vapiwala, 2017). Un ejemplo de ello, es la culpa experimentada por algunos rescatistas ante el gran número de decesos que se originan tras desastres importantes. En estos casos, estas personas suelen sobreestimar la influencia de sus acciones, desestimando la gran cantidad de variables que estuvieron fuera de su control, y que ocasionaron una alta cifra de muertes. ¿Qué es el sesgo de correspondencia?
Por mucho tiempo, los términos ‘error fundamental de la atribución‘ y ‘sesgo de correspondencia‘ solían utilizarse de manera indistinta para referirse a un mismo fenómeno. No obstante, trabajos recientes han distinguido una diferencia clara entre estos conceptos.
El sesgo de correspondencia es la tendencia de inferir características de personalidad estable de una conducta observada, sin que esto signifique necesariamente que se subestiman las condiciones ambientales (Gawronski, 2007). Por ejemplo, una persona con disfemia -tartamudez- a la que se le considera mala para hablar en público.
De esta forma, aunque en todos los casos en los que existe un error fundamental de la atribución, se presenta un sesgo de correspondencia; no todos los sesgos de correspondencia implican un error de la atribución. ¿Por qué se presenta el error fundamental de atribución?
A lo largo de su estudio, han surgido distintas explicaciones sobre porqué este sesgo cognitivo es un fenómeno tan común. Ross expuso la posibilidad de que los participantes en una conducta son simplemente mucho más notables que los factores ambientales que la rodean (Ross, 1977). Por ello, cuando los espectadores buscan variables que considerar para dar sentido a un comportamiento, el primer agente que se encuentra al alcance para ser juzgado es el actor mismo; lo que lleva a considerar sus particularidades en primer lugar.
A lo largo de su estudio, han surgido distintas explicaciones sobre porqué este sesgo cognitivo es un fenómeno tan común. Ross expuso la posibilidad de que los participantes en una conducta son simplemente mucho más notables que los factores ambientales que la rodean (Ross, 1977). Por ello, cuando los espectadores buscan variables que considerar para dar sentido a un comportamiento, el primer agente que se encuentra al alcance para ser juzgado es el actor mismo; lo que lleva a considerar sus particularidades en primer lugar.
Finalmente, existe una tercera explicación que asegura que el error fundamental de la atribución es propio de una visión individualista del mundo que considera a los individuos como seres independientes y únicos. Esta visión se fundamenta en los resultados de investigaciones que muestran que las sociedades occidentales tienden a responsabilizar a las personas por sus acciones, mientras que las culturas orientales a factores situacionales o sociales (Gawronski, 2007). El error fundamental de la atribución como fenómeno ideológico
Algunos autores han interpretado el error fundamental de la atribución como la base de una visión individualista del mundo; la cual estaría en armonía con una ética capitalista. A partir de esta postura, los seres humanos serían responsables de su conducta y, por lo tanto, tendrían el control de su vida y su destino. Esto implicaría que todos vivimos en un mundo hipotéticamente justo, donde cada quien tiene lo que se merece “pues todo el mundo emerge desde el mismo punto de partida”; y quien se encuentra en desventaja, es porque no se ha esforzado lo suficiente (Parales, 2010).
Algunos autores han interpretado el error fundamental de la atribución como la base de una visión individualista del mundo; la cual estaría en armonía con una ética capitalista. A partir de esta postura, los seres humanos serían responsables de su conducta y, por lo tanto, tendrían el control de su vida y su destino. Esto implicaría que todos vivimos en un mundo hipotéticamente justo, donde cada quien tiene lo que se merece “pues todo el mundo emerge desde el mismo punto de partida”; y quien se encuentra en desventaja, es porque no se ha esforzado lo suficiente (Parales, 2010). Implicaciones del error fundamental de la atribución en la psicología
El propio Lee Ross, destacó una tendencia parecida por parte de la psicología, en la que se subestima el poder de las fuerzas situacionales y se sobrestima el rol de las disposiciones individuales (Ross, Anderson, 1982).
Dentro de esta corriente, el comportamiento es explicado a partir de rasgos internos, actitudes, supuestos y expectativas de los individuos, minimizando el papel del contexto sociocultural que los moldea. De esta forma, la intervención clínica se basa en la transformación de los y las pacientes, e incluso en su readaptación a un entorno inadecuado o enfermo (Parales, 2010). Dicha postura, evita el desarrollo de programas de actuación comunitaria que intentarían mejorar las condiciones en las que dichas personas se desarrollan, logrando, tal vez, un efecto de mayor alcance. Críticas al concepto
Finalmente, es prudente destacar que el concepto de error fundamental de atribución ha sido objeto de algunas controversias. Entre dichas críticas, se destacan dos argumentos: Se cuestiona su universalidad, destacando el hecho de que el error fundamental de la atribución no ocurre para todos en cualquier circunstancia, lo que ponen en duda su calificación como ‘fundamental’. Por otro lado, se afirma que no existe un criterio inequívoco que pueda especificar las causas reales del comportamiento humano, desafiando así la adecuación del término ‘error’. (Gawronski, 2007)
Como es posible darse cuenta, las objeciones en contra de este concepto no cuestionan la veracidad del fenómeno que describe, ya que este puede ser ejemplificado fácilmente. Por el contrario, apuntan a la propia construcción del término, lo que pone en duda su solidez al ser articulado como la base de otros trabajos teóricos y de investigación.